jueves, 26 de julio de 2018

¿Los niños tienen ansiedad?


A veces parece que la ansiedad es algo de adultos, que los niños no se preocupan tanto o que lo gestionan mejor que los mayores, pero lo cierto es que los niños pueden padecer ansiedad de igual manera. Y es la etapa ideal para aprender a gestionarla.

Pero para entender lo que es la ansiedad, primero hay que entender el concepto de miedo. El miedo es una emoción básica, la cual se da en todos los seres humanos independientemente de su cultura y se trata de un sistema de alarma que tiene nuestro cuerpo cuando detecta algo que podría suponer una amenaza para nuestra integridad física. Por tanto lo que hace el miedo es que nos desencadena una reacción fisiológica (tensa nuestros músculos, nos aumenta la tasa cardíaca, nuestra tasa de respiración, nos provoca sudoración etc.) con el objetivo de prepararnos para dar las dos respuestas para las que nuestro cuerpo está diseñado a ejecutar: la lucha o la huida. De este modo, y gracias al miedo, la especie humana ha podido sobrevivir a lo largo de los tiempos. Por tanto el miedo no solo es una reacción necesaria sino que además es positiva porque me ayuda a sobrevivir.

¿Qué relación guarda el miedo con la ansiedad? 
Pues bien, cuando esta reacción de miedo se da ante aquellas situaciones que realmente no suponen un peligro para nuestra vida, es lo que conocemos con el nombre de ansiedad. Por ejemplo, el miedo ante la evaluación negativa por parte de los demás, miedo al anticipar acontecimientos que pudieran ocurrir en nuestra vida sin justificación real, miedo a sufrir una enfermedad, etc.

¿Cómo podemos detectar la ansiedad en los niños?
En casa, los padres puedemos detectar que existe un problema de ansiedad en los hijos por varios medios:
En la etapa más infantil, suelen ser niños con rabietas fuertes que necesitan siempre de la compañía de sus padres y que tienden a pedir ayuda para cualquier cosa.
Conforme van creciendo, se puede dar incluso somatización de síntomas ansiosos: dolor de cabeza, de estómago, náuseas, vómitos, tensión muscular, dificultades para dormir, anormalidades en la alimentación…
Y por supuesto es importante observar ciertos aspectos como que se muestran excesivamente preocupados por sus resultados académicos, que verbalicen sus preocupaciones y detectemos que son excesivas para su edad, que les veamos decaídos, que detectemos también si hay un miedo desproporcionado a algo hasta el punto en que interfiera demasiado con la vida familiar (como miedo a dormir solo o a los perros), o que no quiera ir a sitios por no conocer gente nueva o por que le de vergüenza, es decir, que no afronten situaciones.
En el cole, normalmente, los niños con ansiedad son muy perfeccionistas con sus trabajos y en sus exámenes, queriendo tener muy buenas notas y mostrándose frustrados si no lo consiguen. Puede que se pongan muy nerviosos en los exámenes. Lo mismo ocurre por ejemplo con los deportes: son niños con mucha autoexigencia y se lo pasan mal para conseguir sus objetivos. Es como si nunca les pareciera suficiente, estos aspectos controlan su vida. Además es posible que los profesores los encuentren también más decaídos en alguna ocasión.

¿Qué podemos hacer desde casa?
Los padres actuamos como espejo de la conducta del niño y los niños, por su parte, son una esponja del comportamiento de nosotros como padres. La prevención de que los trastornos de ansiedad se conviertan en un problema en la vida del niño y por tanto de los padres, comenzará por que los padres puedan servir de ejemplo de reacción y conducta ante situaciones que pueden resultar también ansiógenas para los propios padres. Si los niños detectan que los padres se preocupan demasiado, por ejemplo, por los resultados académicos y se ponen muy nerviosos por problemas cotidianos, los niños reaccionarán de igual manera.

En la próxima entrada, hablaremos de cuándo es necesario llevar a los niños al psicólogo. ¡Os espero!

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