A veces parece que la ansiedad es
algo de adultos, que los niños no se preocupan tanto o que lo gestionan mejor
que los mayores, pero lo cierto es que los niños pueden padecer ansiedad de
igual manera. Y es la etapa ideal para aprender a gestionarla.
Pero para entender lo que es la ansiedad, primero hay que entender el
concepto de miedo. El miedo es
una emoción básica, la cual se da en todos los seres humanos independientemente
de su cultura y se trata de un sistema de alarma que tiene nuestro cuerpo
cuando detecta algo que podría suponer una amenaza para nuestra integridad
física. Por tanto lo que hace el miedo es que nos desencadena una reacción fisiológica (tensa
nuestros músculos, nos aumenta la tasa cardíaca, nuestra tasa de respiración,
nos provoca sudoración etc.) con el
objetivo de prepararnos para dar las dos respuestas para las que nuestro
cuerpo está diseñado a ejecutar: la
lucha o la huida. De este modo, y gracias al miedo, la especie humana ha
podido sobrevivir a lo largo de los tiempos. Por tanto el miedo no solo es una
reacción necesaria sino que además es positiva porque me ayuda a sobrevivir.
¿Qué relación guarda el miedo con la ansiedad?
Pues bien, cuando
esta reacción de miedo se da ante aquellas situaciones que realmente no suponen un peligro para nuestra vida, es
lo que conocemos con el nombre de ansiedad. Por ejemplo, el miedo ante la
evaluación negativa por parte de los demás, miedo al anticipar acontecimientos
que pudieran ocurrir en nuestra vida sin justificación real, miedo a sufrir una
enfermedad, etc.
¿Cómo podemos detectar la ansiedad en los niños?
En casa, los padres puedemos detectar que existe un problema de ansiedad en los hijos por varios medios:
En la etapa más infantil, suelen
ser niños con rabietas fuertes que
necesitan siempre de la compañía de sus padres y que tienden a pedir ayuda para
cualquier cosa.
Conforme van creciendo, se puede
dar incluso somatización de síntomas
ansiosos: dolor de cabeza, de estómago, náuseas, vómitos, tensión muscular,
dificultades para dormir, anormalidades en la alimentación…
Y por supuesto es importante
observar ciertos aspectos como que se muestran excesivamente preocupados por sus
resultados académicos, que verbalicen sus preocupaciones y detectemos que son
excesivas para su edad, que les veamos decaídos, que detectemos también si hay
un miedo desproporcionado a algo hasta el punto en que interfiera demasiado con
la vida familiar (como miedo a dormir solo o a los perros), o que no quiera ir
a sitios por no conocer gente nueva o por que le de vergüenza, es decir, que no
afronten situaciones.
En el cole, normalmente, los niños con
ansiedad son muy perfeccionistas con sus trabajos y en sus exámenes, queriendo
tener muy buenas notas y mostrándose frustrados si no lo consiguen. Puede que se pongan muy
nerviosos en los exámenes. Lo mismo ocurre por ejemplo con los deportes: son niños con mucha autoexigencia y
se lo pasan mal para conseguir sus objetivos. Es como si nunca les pareciera
suficiente, estos aspectos controlan su vida. Además es posible que los
profesores los encuentren también más decaídos en alguna ocasión.
¿Qué podemos hacer desde casa?
Los padres actuamos como espejo de
la conducta del niño y los niños, por su parte, son una esponja del
comportamiento de nosotros como padres. La prevención de que los trastornos de ansiedad
se conviertan en un problema en la vida del niño y por tanto de los padres,
comenzará por que los padres puedan
servir de ejemplo de reacción y conducta ante situaciones que pueden
resultar también ansiógenas para los propios padres. Si los niños detectan que
los padres se preocupan demasiado, por ejemplo, por los resultados académicos y
se ponen muy nerviosos por problemas cotidianos, los niños reaccionarán de
igual manera.
En la próxima entrada, hablaremos
de cuándo es necesario llevar a los niños al psicólogo. ¡Os espero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario