Muchas veces habremos escuchado o
leído este término y aunque su significado parezca obvio, la realidad es que
envuelve un gran número de conductas. Como padres o madres, educamos en
habilidades sociales incluso sin darnos cuenta, pues es algo que suele ser
aprendido por observación. Sin embargo, si prestáramos un poco más de atención
e invirtiéramos un poco más de tiempo en educar en ellas deliberadamente,
nuestros hijos/as se relacionarían con los demás de manera más eficaz.
Y es que las habilidades sociales
tienen como objetivo precisamente eso, optimizar
la calidad y el bienestar en las relaciones interpersonales, ya sea entre
los miembros de la familia o con compañeros/as y amigos/as. Incluye,
principalmente, la manera en la que nos comunicamos con los demás.
A pesar de que parece algo
sencillo, no lo es, pues ya en la edad adulta, a veces no tenemos las
herramientas adecuadas para gestionar situaciones de manera efectiva y por eso
es importante que se trabajen las habilidades sociales desde la infancia. Esto
es, por ejemplo, entrenar a los niños a comunicarse de manera asertiva, es decir, expresar cómo se sienten y lo que desean
respetando la opinión de los demás e intentando llegar a un acuerdo.
Esto es más complicado de lo que
parece, pues no todas las personas actúan así. Hay algunas que resultan más agresivas, es decir, que expresan sus deseos y opiniones pero
pisando la de los demás, alcanzando siempre su voluntad incluso en perjuicio
del resto; y también personas que actúan de manera pasiva, lo que quiere decir que no expresan sus deseos ni opiniones por
miedo, vergüenza o porque les sabe mal, corriendo el riesgo de que otras personas abusen o se aprovechen de ellos/as.
Podríamos decir que ser asertivos
es algo básico, pero las habilidades sociales también incluyen un gran número
de conductas que nos convierte en personas socialmente más habilidosas, como
por ejemplo: saber escuchar, saber pedir
favores, dar las gracias, ayudar y pedir ayuda, intentar algo cuando es complicado,
solucionar problemas, tomar decisiones, saludar y despedirse, compartir, saber
decir y aceptar un “no”, reconocer y gestionar emociones propias y de
las demás o tolerar la frustración.
Estas son algunas de las
conductas que se puede trabajar desde la infancia y que si lo hacemos, nuestros
hijos/as tendrán unas relaciones más satisfactorias con los demás, sirviendo como
factor de protección o de ayuda ante fenómenos como el bullying, aumentando sus
amistades y su autoestima. Por eso, educar en habilidades sociales es útil para
todos los niños/as, no únicamente con aquellos que tengan dificultades o
déficits en la comunicación social.
¿Cómo las podemos trabajar desde casa?
Los cuentos, dibujos animados o
películas (supervisando que sean educativas) nos resultarán de gran ayuda para
aprender ciertas habilidades sociales, sobre todo, si después reflexionamos con
los niños/as sobre ello. Pero también, como padres y madres somos su referencia
principal, por lo que debemos actuar como modelo y enseñarles, en situaciones
concretas la forma más adecuada de actuar. De venta en librerías, existen
dossieres que trabajan este tipo de conductas a través de prácticas fichas, como
es el caso del proyecto JHASO o cuentos específicos como la colección Ratón
Blanco para los más pequeños de la casa.
Recuerda que la falta de habilidades sociales en los demás, no
justifica la nuestra, así que trabajemos todos en consonancia para fomentar una
sociedad más cívica y tolerante.